Te oigo venir,
te oigo alejarte.
Cada vez más lejos,
cada vez más cerca.
Tu, vas y vienes,
con tu alegría,
tan característica,
como si mi felicidad
solo pudiera ser satisfecha
Muchas veces,
finjo que duermo,
plácido y tranquilo,
para poder escucharte,
respirar, reir,
y como siempre,
andar e ir.
A veces, muy a menudo,
sueño que mi vida
está construida
solo a través
de tu gracia,
y el repiquetear
de tus pasos.
Una y otra vez.
Me declaro esclavo,
y me revelo con mi amor,
intento hacerlo, enserio,
pero en una milésima,
siempre me doy cuenta del error.
Y no me queda más remedio,
que escuchar,
mientras sonrío,
el mejor ruido cotidiano,
que es el que proviene de ti.
Sin embargo, cuando voy fuera,
y estoy en la calle,
oigo pasos de la multitud,
muchos a la vez, demasiados,
pero ya no me procuden placer,
por lo que raudo a tus brazos,
siempre tengo que volver.
Fuente: Poemas de amor
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